En el mundo industrial, muchas empresas invierten grandes esfuerzos en seleccionar productos y procesos para evitar que óxido y corrosión dañen sus valiosos productos metálicos durante almacenamiento y tránsito. Probablemente incorporarán embalaje con inhibidores volátiles de corrosión (VCI), recubrimientos antióxido (RPs), desecantes, o alguna combinación de ellos. Pero, ¿qué hacer cuando anticorrosivos fallan? Cuando esto sucede, lo cual es muy común, se culpa al producto preventivo de óxido que usan y se le tacha como la razón del fracaso. Es mas valioso tomar el tiempo para determinar exactamente cuál es la causa raíz del problema de corrosión. Comúnmente los afectados simplemente buscan otra marca o diferente tipo de producto anticorrosión con la esperanza que éste “cambio” resuelva el problema.
Lo más prudente sería investigar la causa raíz del problema de corrosión. Solamente hasta que se conoce que causa la falla se puede seleccionar una mejor solución anticorrosiva que ataque el problema de raíz. La mayoría de las veces, los fabricantes se sorprenden al aprender que no era el embalaje VCI ni los recubrimientos preventivos de óxido (RPs) que fallan, sino que hay una falla en otro lugar en la línea de proceso. Algunas veces la solución recae en el proceso de manufactura, quizás cambiar el proceso de manejo del material, o ambas.
La prevención de corrosión es un proceso complejo con muchos factores que se deben tomar en cuenta. Además de seleccionar embalajes protectores y/o recubrimientos anticorrosión (RP), uno debe examinar completamente el proceso y ambiente desde la pre, post y manufacturación de las piezas metálicas. Los procedimientos de manufactura actuales requieren algunos fluidos metalúrgicos (MWF), tales como refrigerantes, detergentes de lavado y enjuagues finales. La calidad de la fuente del agua usada para hacer dichos fluidos metalúrgicos determina el exito de sus métodos anticorrosivos.
A veces algunos cambios son necesarios, como por ejemplo las aleaciones usadas en metales en crudo, o un cambio en la química de algún fluido metalúrgico (MWF), el tiempo de almacenamiento o tránsito, o quizá incluso el diseño final del empaque y cambio de materiales. Cuando esto sucede, se debe determinar si los productos preventivos de óxido utilizados aún cumplen con sus expectativas y exigencias siendo compatibles con sus aleaciones metálicas.
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